Variabilidad de la frecuencia cardíaca en los deportes de resistencia

La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) es, como su nombre indica, las variaciones del ritmo cardíaco, que pueden ser evaluadas mediante diferentes aparatos (por ej. ECG, monitor de frecuencia cardíaca) y fórmulas matemáticas (por ej. la desviación típica de la FC). Frente a lo que puede parecer, una mayor VFC, esto es, una mayor irregularidad de la FC, es sinónimo de mejor salud y rendimiento y, lo contrario, una menor VFC estaría evidenciando una menor salud y rendimiento. Pero ¿cómo puede ser esto…?

Pues la respuesta es más fácil de lo que parece. Básicamente, el corazón late a un ritmo como consecuencia, principalmente, de dos factores:

1) El marcapasos del propio corazón, que lo haría latir a aproximadamente unas 100 ppm.

2) La influencia del sistema nervioso autónomo que, con sus ramas parasimpática (o vagal) y simpática, lo harían latir más despacio o más deprisa de esas 100 ppm, respectivamente.

Entonces, si un deportista en resistencia, normalmente presenta bradicardia o, lo que es lo mismo, unas pulsaciones muy bajas en reposo, ¿eso qué significa? Pues significa que el entrenamiento en resistencia favorece la prevalencia de la actividad parasimpática, es decir, que además de unas pulsaciones más bajas, el atleta presentaría también una mayor VFC. Sin embargo, la bradicardia y la VFC no tienen una asociación perfecta y, puede ocurrir que, para las mismas ppm, dos atletas presentan valores de VFC diferentes, por eso que no sería suficiente con medir las pulsaciones en reposo.

Y ahora que sabemos que el atleta en resistencia tiene una mayor VFC porque el entrenamiento en resistencia favorece una mayor modulación parasimpática de la FC, ¿para qué queremos medir entonces la VFC? Pues para dos objetivos principalmente:

  1. Identificar los incrementos en la modulación parasimpática, pues éstos se asocian a adaptaciones aeróbicas y a una mayor adaptación al entrenamiento en resistencia.
  2. Identificar los días en que el atleta no está en condiciones para entrenar porque su sistema nervioso autónomo nos estaría indicando, mediante la VFC, que el atleta estaría más estresado y, por lo tanto, menos preparado para poder asimilar el entrenamiento ese día.

Mientras es obvio que esos dos objetivos están interrelacionados (a más adaptación al entrenamiento, mayor será la VFC), lo cierto es que el objetivo que marca realmente la diferencia entre un entrenamiento eficiente y uno convencional, es la monitorización objetiva del estrés. Y eso sólo es posible, a día de hoy, con la monitorización mediante la VFC, aunque esta técnica no está exenta de algunas limitaciones que es preciso conocer.

Un ejemplo de eso lo publicamos recientemente con el caso de una corredora recreativa de pruebas de 10 km y media-maratones que, además de otras características de la “Periodización Evolutiva” aplicada, utilizó la monitorización, día a día, de la VFC. Así, todas las mañanas, la atleta se registraba la FC con una banda y me enviaba los resultados de la VFC por Whatsapp para poder decidir si aquel día completaba el entrenamiento programado o no. Si verificábamos que aquel día estaba estresada, con una VFC más baja de lo esperado, ahí decidíamos modificar el entrenamiento. Si, en cambio, tenía una VFC dentro de unos parámetros, la atleta debía completar el entrenamiento programado.

¿Y sirvió de algo esta estrategia? Pues, para aquellos que saben lo duro que es entrenar pruebas de fondo durante varios años, les diremos que, con este abordaje, la atleta consiguió, con 50 años, igualar sus mejores marcas de 6 años atrás, entrenando un ~30% menos, y sin ninguna lesión durante un macrociclo de 20 semanas. ¿Qué me dicen, se animan a saber más sobre la VFC…?

Daniel Boullosa, Ph.D.

Bibliografía

 

Capacitación sugerida: ENTENDIENDO LA VARIABILIDAD DE LA FRECUENCIA CARDÍACA I

Imagen tomada de: http://thoughttechnology.com/

 

Facebook Comments


A %d blogueros les gusta esto: