23 Sep ¿Habrán Encontrado Realmente los Científicos un Microorganismo que Aumenta el Rendimiento?
Una bacteria capaz de metabolizar lactato que se aisló a partir de materia fecal de los maratonistas de Boston es algo prometedor, pero esto no significa que debas tragarla (todavía).
De manera muy general, existen dos tipos de avances científicos sobre los que vale la pena escribir. Algunos hallazgos corren el velo de la naturaleza para revelar algo nuevo sobre los misterios inefables de la vida y del universo que nos rodea. Y otros, más prosaicamente, prometen hacernos más fuertes, más rápidos o más delgados.
Esta distinción es lo que me vino a la mente mientras observaba la euforia y la reacción producidas por la publicación en Nature Medicine de un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard sobre un “microorganismo que mejora el rendimiento” aislado a partir de la materia fecal de los maratonistas de Boston. ¿Esta historia pertenecerá a la primera o la segunda categoría?. Es una pregunta importante, porque sospecho que su reacción frente a este estudio dependerá en gran medida de cómo lo clasifique.
La esencia es la siguiente: durante una semana antes y después del Maratón de Boston 2015, los investigadores recolectaron muestras de heces diarias (más o menos) de 15 corredores y 10 sujetos considerados como grupo control que no corrieron. En análisis de los microorganismos presentes en la materia fecal identificó una cepa particular, Veillonella atypica, cuyos niveles aumentaban en los días posteriores al maratón en aquellos sujetos que corrieron. Incluso antes de la carrera, este microorganismo era más común en los corredores que en los no corredores, aunque la diferencia no era estadísticamente significativa.
Esta parte de la historia (aunque sin nombre específico) ya era pública, porque había sido revelada en un comunicado de prensa en 2017 (y, para el caso, se describió muy bien en este número de Outside el año pasado). Resulta que la Veillonella, puede metabolizar el ácido láctico, el cual según se establece en el comunicado de prensa, “puede provocar fatiga y dolor muscular”. Para confirmar que el ácido láctico (o el lactato si utilizamos el término fisiológicamente correcto) que circula por el torrente sanguíneo llega al intestino donde puede ser utilizado por la Veillonella, los investigadores inyectaron lactato marcado con un isótopo de carbono especial en las venas de la cola de ratones. Efectivamente, el lactato marcado apareció en el colon del ratón, lo que refuerza la idea de que las bacterias del intestino pueden ayudar a metabolizar el lactato para que tu puedas correr más lejos y más rápido.
El único problema, como señaló rápidamente el fisiólogo Mark Burnley en Twitter , es que esta idea se basa en una comprensión completamente obsoleta de lo que te produce cansancio. El lactato no causa fatiga ni dolor; es simplemente un subproducto del ejercicio duro. Burnley afirmo que incluso en el caso poco probable de que los microbios del colon puedan reducir el lactato en una cantidad significativa (algo poco probable porque la cantidad de sangre que fluye hacia el intestino se reduce severamente durante el ejercicio intenso) esto no nos volvería más rápidos.
Pero hay algo más en la historia: Tal vez lo importante es lo que le sucede al lactato. La Veillonella transforma el lactato en (entre otras cosas) un ácido graso de cadena corta llamado propionato. ¿Podría ser que el aumento de propionato y no la disminución en la cantidad de lactato sea lo que ejerce el efecto beneficioso?.
Para probar esta idea, los investigadores recurrieron una vez más a los experimentos con ratones. Digamos, para que quede registrado, que los ratones no son humanos . Sería tonto suponer que los resultados que se observan en los ratones pueden ser automáticamente extrapolados a los humanos. Aun así, siempre que lo tengamos en cuenta, es posible obtener información preliminar útil de los experimentos con ratones.
El experimento que más llamó la atención fue una prueba de rendimiento sencilla. Un total de 32 ratones se dividieron en dos grupos. La mitad de ellos recibió una dosis diaria de Veillonella, mientras que la otra mitad recibió una dosis diaria de otra bacteria que no era capaz de metabolizar el lactato. Cinco horas después de haber consumido las bacterias, los ratones corrieron hasta el agotamiento. Después de una semana, los dos grupos cambiaron las bacterias y repitieron el proceso durante otra semana. Los resultados fueron significativos: cuando los ratones habían consumido la Veillonella, corrieron, en promedio, un 13 por ciento más que cuando consumieron la otra bacteria.
La siguiente etapa fue determinar si era el mismo propionato quien provocaba la mejora en el rendimiento. En este caso (perdón por ser gráfico), los investigadores simplemente introdujeron propionato a través del recto en el colon de los ratones, donde podría ser absorbido por el torrente sanguíneo. Al compararlo con una inserción rectal de solución salina simple, el propionato una vez más aumentó el tiempo de carrera hasta el agotamiento en una cantidad similar. Eso respalda la idea de que es el propionato en sí mismo quien produce el aumento en el rendimiento.
Esta es la esencia principal del argumento. Estoy pasando por alto algunos de los detalles auxiliares, porque hay muchos otros sub-experimentos. Por ejemplo, reclutaron a otros 87 ultramaratonistas y remeros de los Juegos Olímpicos, y corroboraron la observación de que los niveles de Veillonella en el excremento aumentaba después del ejercicio duro, presumiblemente porque en esas condiciones se generaba mucho lactato que a la Veillonella le gusta comer. Pero el flujo principal de la lógica es: los atletas tienen más Veillonella (ya sea porque hacen mucho ejercicio o porque nacen así); la Veillonella convierte el lactato en propionato; el propionato te hace (o, al menos, a los ratones) más rápido por razones desconocidas.
Puedes notar que hay bastantes saltos en esta cadena de lógica. Por ejemplo, no queda claro (y no es estadísticamente significativo) que los atletas realmente tengan más Veillonella que los que no son atletas, tal como señaló en Twitter el periodista científico Ed Yong, autor de un libro de 2016 sobre el microbioma . Los tamaños de las muestras son pequeños, y los efectos son pequeños: “Pero claro”, agregó cáusticamente, “estamos frente a un nuevo negocio”.
Y aquí está el problema. De hecho, tres de los autores del artículo comenzaron o poseen acciones de una compañía llamada FitBiomics . Según el sitio web de la compañía, están “secuenciando el microbioma de atletas de élite para identificar y aislar nuevas bacterias probióticas para ser aplicadas en el rendimiento y la recuperación … [y] purificando estos nuevos probióticos y comercializándolos como ingredientes para modificar la salud y la nutrición del consumidor y favorecer a la próxima generación de atletas “.
En otras palabras, lo que inicialmente leí como una historia de Tipo I (¿no es sorprendente cómo funciona el cuerpo?) Es en realidad una historia de Tipo II (¡tenemos una píldora para ti!). En 2017, al discutir el inminente lanzamiento de la compañía, el primer autor del nuevo artículo, Jonathan Scheiman, dijo: “Me gustaría pensar que un año después de nuestro lanzamiento tendremos un nuevo probiótico en el mercado”. Honestamente, ese enfoque centrado en objetivos me hace leer los resultados con un poco más de escepticismo. No significa automáticamente que los resultados sean incorrectos. Pero no se tropezaron con una bacteria que podía aumentar el rendimiento; la estaban buscando. Y el problema con ese tipo de ciencia es que a menudo encuentras lo que estás buscando, incluso si realmente no está allí.
Autor
Alex Hutchinson
Nota Original